Hablando de crecimiento y, por tanto, de psicología evolutiva, encontramos que el individuo aprende conforme descubre su entorno (Piaget, 1924).
Cada estímulo conforma funciones psicológicas y estructuras cognoscitivas, y cada nuevo estímulo amplía o modifica las mismas, generándose funciones psicológicas superiores (Vygotsky, 1979).
Esto desvela la enorme importancia e impacto que genera el entorno de una persona en evolución, pues será una de las fuentes fundamentales que determine su desarrollo y crecimiento.
Destacar con esto dos aspectos:
Primero, que el ser humano no es un ordenador que procesa todo por igual, sino que en cada interacción (con el entorno en este caso), destacará, recogerá e interactuará especialmente con aquello que conecte con estructuras previas.
Algo que esté muy lejos de esto mismo, no le interesará, no le llamará la atención, o no reaccionará de manera significativa (o lo hará, pero quizás desde un sentido distinto al que posiblemente un adulto vea) (Ausubel, 1983).
Segundo, gestionar el entorno inmediato de una persona en desarrollo es fundamental pues, si siempre interacciona con lo mismo, no existirá conflicto cognitivo que desarrolle nuevas estructuras o mejore las presente, se acomodará a una forma de responder a cada estímulo dado (Freuestein, 1989).
Es por ello que el entorno cobre tantísima importancia: Un entorno plagado de estímulos generará aprendizaje constante.
Algunos de estos aprendizajes podrán ser menores, o desechados. Pero otros pueden suponer un aporte enriquecedor que para un niño, puede ser imprescindible.
Mientras que un entorno pobre de estímulos limitará el desarrollo.
Cuanto más rico sea nuestro entorno, más estructuras sencillas crearemos.
Cuantas más estructuras sencillas creamos, mayor posibilidad de desarrollar otras más complejas en el futuro.
Es así de sencillo, y así de fácil. Que por supuesto, como todo en educación, luego no es tan sencillo ni fácil. Pero merece la pena volcarse en transformar nuestros entornos, y enriquecerlos.
Al igual que, como dice el dicho, somos lo que comemos, también somos lo que nos rodea, como ya explicaba en esta otra entrada de este blog de educación: dime con qué andas, y te diré cómo creces….
Ausubel, N. (1983). Psicología Educativa: Un punto de vista cognoscitivo. (2° ed.) Ciudad de méxico: Editorial Trillas.
Freuestein, en Prieto, D. (1989). Modificabilidad cognitiva y P. E. I. Madrid: Bruño.
Piaget, J. (1924). El juicio y el razonamiento en el niño. Buenos aires: Guadalupe.
Vygotsky, L. S. (1979) El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Buenos Aires: Grijalbo.